Cuando la familia es prioridad, el manejo del negocio se vuelve más sencillo. Y es que la unión de sus administradores es el activo más valioso para una empresa familiar, de acuerdo con el director del Family Business Institute de México, Mauricio Álvarez.
No es exagerado decir que las familias mueven a la economía. El esfuerzo conjunto de padres, hijos, hermanos y otros grupos familiares ha sido el soporte de más del 90 por ciento de las empresas: desde las micro hasta las grandes compañías industriales de alcance global.
De la misma forma que las tienditas de la esquina, las firmas internacionales como Ford, Wal-Mart y Disney han salido adelante gracias a la cooperación, solidaridad, confianza y cultura de trabajo de las familias que les dieron origen.
Sin embargo, todas se enfrentan al reto de armonizar los intereses de la familia con los del negocio, pues en ocasiones parecen contraponerse. En estos casos, los desacuerdos llegan ser tan profundos que amenazan la estabilidad en el hogar…
Ante el dilema, la respuesta es fácil: la familia siempre será primero, advierte Mauricio Álvarez, quien ha sido consultor de este tipo de negocios durante los últimos 20 años y actualmente dirige el Family Business Institute de México.
Lo sorprendente es que cuando la familia se establece como prioridad, fomenta su unión y aprende a dirimir sus diferencias. En estos casos, el dilema desaparece y empieza a convertirse en el mayor activo para la empresa, observa Álvarez, en entrevista con Experto PYME.
“Si la familia se mantiene unida, va a hacer que su negocio se levante y se haga fuerte, porque entre todos van a estar trabajando por algo que quieren ellos lograr juntos… que a fin de cuentas esa es la clave del éxito de la empresa familiar o de las familias que tienen negocios: que tienen un objetivo en común”.
Mauricio Álvarez, director del Family Business Institute de México.
La unión familiar es un activo
En México, más del 90 por ciento de las firmas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) tienen representación familiar en el capital y control. Y entre las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), la proporción es del 99 por ciento, según el INEGI.
En la práctica, muchas de las debilidades de este tipo de negocios tienen su origen en problemas de comunicación y en la incapacidad de llegar a acuerdos. Por eso es importante que todos conozcan los objetivos de la empresa y trabajen en conjunto, recomienda el directivo.
Para lograrlo, todos deberían tener claro cuál es su misión conjunta, pues las metas comunes facilitan la toma de acuerdos.
“La familia debe convertirse en un activo para la empresa y no una carga. Esta es clave de lo que debe pensar la familia. ¿Por qué quiero que mi empresa vaya bien? Porque quiero que la familia vaya bien”, señala Álvarez.
No hay dos familias iguales
Mauricio ha trabajado con más de 200 negocios y nunca se ha encontrado con dos familias iguales. Sin embargo, los retos que encuentra siempre se ubican en dos grandes áreas: aprender a tomar decisiones juntos y establecer un gobierno corporativo.
Respecto al primer punto, las empresas deben establecer mecanismos para trabajar juntas, manejar conflictos y llegar a acuerdos. En el segundo caso, la clave es definir qué hace cada quién, estableciendo con claridad los roles y los márgenes de independencia.